jueves, 21 de enero de 2016

Oh! Bellas flores...

   Las flores. Son una de las cosas que me hacen sentir genial.

   Las veo y me hacen sonreir, me gusta verlas, olerlas, tocarlas, fotografiarlas, incluso pensar que soy una de ellas y que todos me admiran por sus bellos colores, su aroma fresco y por su etereidad. Las veo tan efímeras, tan sensibles y tan frágiles que me atraen de una forma especial. Deseo conocer cada uno de sus rincones, recovecos y pliegues y sin querer, estudiarlos, analizarlos, admirarlos...será porque soy muy romántica en este tema, ni idea! Lo único que sé es que me chiflan...las pocas que conservo ahora en mi terraza en invierno, las intento cuidar con mimo porque las pobres se ven sometidas a las inclemencias del tiempo que no las perdonan y claro, alguna sucumbe y yo, no puedo evitar sentirme culpable por la desaparición de algo tan bonito y que alegra tanto la casa y a mí. Me transportan también a lugares alejados de aquí en medio de la naturaleza pues me evocan lugares tropicales, desiertos, montañas, bosques...junto con sus olores, tranquilidad, desconexión...

Tulipán, Ogíjares-Granada. Andrea Velázquez.


   Todo eso y mucho más me transmiten las flores y su peculiaridad. Cuando puedo, recojo flores silvestres por mi barrio pues tiene algunas zonas sin construir y está relatívamente cerca del campo (La Vega de Granada) o de una parcela que mis padres tienen en un pueblecito cercano a Granada, Los Ogíjares, para hacerme pequeños ramitos y poderlos disfrutar sin tener que gastar dinero. Voy por la calle y me voy fijando "en esas cosas", hace un tiempo que he intentado "parar", caminar sosegadamente, sin prisa, para poder disfrutar de todo lo que me rodea, la gente, los niños, el paisaje, cuando voy con mis hijos por la calle, les voy mostrando esos detalles, intento que no piensen que "andar es sólo meverse de un lado a otro", del "punto A al B", sino que hay mucho más, que en la calle no sólo hay coches y gente estresada, que hay multitud de cosas en las que merece la pena fijarse, y funciona. El otro día, mi hija de dos años, al volver de la guardería me dijo: mira mamá, pajarito!. Al princípio pensé que era un "simple gorrión", pero al verlo más de cerca (estaba en una rama baja de un arbusto, a un metro de altura y a dos de distancia), me dí cuenta de que no era un pájaro común, aunque no supe cual...en ese momento, pensé que merecía la pena lo que estaba haciendo y que, sé que mis hijos se están educando con el gusto por los detalles y el amor por la naturaleza.

Boca de la Pescá-Río Dílar-Granada. Andrea velázquez


Frase de hoy: "La zona de confort es un hermoso lugar, pero nada crece allí"...      
                                                                                                     Anónimo.



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